El vampiro y, en fechas recientes, el zombi, han dejado de ser figuras que nos enfrentan a reflexiones profundas sobre la desmesura y el mal, para volverse moda, modelo, atuendo: la muerte imbricada en la vida se ha convertido en una fascinación. Afirma Javier Sicilia que, no en vano, la era del elogio vampírico y del zombi coincide con la de las brutalidades criminales.