REGISTRO DEL TIEMPO
14/5/2025

El otro león

Eduardo Garza Cuéllar

Aunque un nuevo papa no está obligado a cambiar su nombre al asumir el obispado de Roma, los pontífices parecen agradecer en secreto ese raro privilegio como oportunidad de renovación. No es poca cosa. Por su parte, Roma y el mundo, valoran la clave que para leer el nuevo pontificado ofrece esta práctica medieval. Lo agradecen, pues, como un regalo hermenéutico. Así, Joseph Ratzinger manifestó, con la elección de Benedicto XVI como su nombre papal, su admiración por quien guiara a la Iglesia durante la Gran Guerra; el admirado y llorado papa Francisco develó su devoción por el santo de Asís. En esa línea, los papas Juan Pablo I y II manifestaron su adhesión al Concilio Vaticano II, iniciado por Juan XXIII y magistralmente aterrizado, como un avión de gran calado, por Paulo VI.

La elección nominal del nuevo papa, León XIV, vincula su pontificado con León XIII, autor de la emblemática Encíclica Rerum Novarum, con la que la Iglesia fijara, a finales del XIX, su mensaje y su propuesta al movimiento obrero y al mundo del trabajo en general. Allí se fijaron principios — como el de solidaridad y subsidiariedad— que cimentaron el desarrollo de la llamada Doctrina Social Cristiana.

Esta inevitable lectura, que fue confirmada por el propio León XIV en uno de sus primeros actos públicos, no es la única posible, ni se excluye con la que pudo entrever un reportero de El País y que yo trato de explicitar ahora.

El Hermano León o Fray León de Asís, fallecido el 15 de noviembre de 1271, fue el discípulo favorito, secretario y confesor de San Francisco.

Considerando la frecuencia con la que el “poverello” de Asís hace referencia al hermano León en sus escritos y, sobre todo, el tono fraterno con el que el santo solía referirse a la luna, al sol, a los animales y a la creación entera, sus biógrafos se sintieron en la tierna necesidad de aclarar que el hermano León fue un ser humano y no un león. No rugía ni tenía garras o melena, nos aclaran.

Es plausible, pues, que Robert Francis Prevost haya querido presentarse como el amigo fiel y protector del legado del papa Francisco, como el hermano León.

Hay un detalle biográfico que refuerza y enternece esta lectura.  

Después de la muerte de san Francisco, León de Asís tuvo el papel de defensor de su legado en oposición a Elías de Crotona —un ágil administrador laico— también cercano a Francisco y a la orden. Cuenta la tradición que fue León quien rompió en pedazos la caja de mármol que Elías había establecido para guardar las ofrendas y terminar la construcción de la basílica en Asís.

Elías, al azotarlo como consecuencia, consolidó su oposición frente al discípulo preferido de san Francisco y reforzó sin pretenderlo el rol de albacea moral de quien fuera testigo de la estigmatización del santo.

Es ciertamente improbable que este León y esta historia hayan estado en la mente del nuevo papa al elegir su nombre, pero lo cierto es que el resguardo del legado social, ecológico, pastoral, humanístico y espiritual del papa Francisco merecen la fiereza y la nobleza de un león así.

Suscríbete a nuestro newsletter y blog

Si quieres recibir artículos en tu mail, enterarte de nuestros próximos lanzamientos y apoyar nuestra iniciativa, suscríbete a nuestro boletín mensual para que lo recibas en tu correo.
¡Gracias por suscribirte!
Oops! Hubo un error en tu suscripción.