El famoso musical Cabaret se presenta en el Teatro de los Insurgentes. Recrea los salones del cabaret alemán de los años 20 y nos confronta como un espejo acústico: ¿Vamos a dejar que la política se meta en nuestras vidas?
Adaptada por Enrique Arce, dirigida por Mauricio García Lozano, y musicalizada con una orquesta dirigida por Antonia Suillerot, el ambiente va de lo seductor a lo grotesco. En el papel de Emcee, Flavio Medina recorre el escenario como un ente misterioso que podría ser desde humano hasta un demonio, mientras que Augusto Frago aporta un punto de anclaje con el que todos pueden empatizar interpretando al joven novelista Cliff Bradshaw. Pero son Anahí Allué y Lisset, quienes se robaron el show, representando a Fräulein Schneider y Sally Bowles (que ahora será interpretada por Mon Laferte). Allué nos rompe el corazón con una voz que resuena en toda la sala, y Lisset captura la fragilidad de los sueños en un mundo sin esperanza de felicidad.
La escenografía borra parte de la cuarta pared y coloca al público en las butacas del Kit Kat Club desde las cuales uno puede ver a Cliff y Sally conversar mediante los teléfonos de las mesas, mientras las bailarinas y los bailarines se deslizan sobre la barra del local.
Como si asistiéramos al año nuevo de 1929 y, luego, a la fiesta de compromiso de Fräulein Schneider y Herr Schultz, todos nos unimos a las celebraciones. Pero en el acto segundo, tras la pausa intermedia, las carcajadas y aplausos desaparecen bajo el grito de ¡Sieg Heil! y la entrada de la realidad en el Kit Kat Club.
La entrega más famosa de Cabaret es la película musical homónima de 1972, dirigida por Bob Fosse y protagonizada por Liza Minnelli y Joel Gray. La película es en realidad una adaptación del homónimo musical de Broadway escrito por John Kander y Fred Ebb, quienes a su vez se basaron en la novela Goodbye to Berlin, de Christopher Isherwood, y en la adaptación teatral de la misma novela, I am a Camera, de John Van Druten.
Goodbye to Berlin es una novela semiautobiográfica en la que Isherwood escribe sobre los últimos días de la República de Weimar y los bares de jazz de la gran ciudad. En ella se muestra la vida nocturna y las comunidades marginadas, como la de los homosexuales, los judíos y las prostitutas.
Los cabarets solían ser lugares pequeños, con un escenario en el que se hacía desde estriptis hasta representaciones musicales y teatrales. Trataban temas de todo tipo, pero una parte importante se dedicaba a representar sátiras políticas en las que se burlaban desde los republicanos hasta los socialdemócratas y de la militarización de la República de Weimar. El auge de los cabarets se dio durante los años 20 y casi desaparecieron en los 30, cuando el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán empezó a ganar poder.
Son estos últimos años los que se muestran en Cabaret, un lugar libre y libertino situado en Berlín que narra la historia de Cliff Bradshaw, un novelista estadounidense que viaja alrededor de Europa en busca de inspiración para su libro, pero que siempre termina distraído por la fiesta, la bebida, las mujeres y los hombres. La primera persona a la que conoce en el tren rumbo a Berlín es Ernst Ludwig, que carga un maletín. Para burlar a las autoridades Ludwig hace que Cliff lo esconda entre sus pertenencias. Cuando el escritor lo cuestiona sobre su contenido, Ludwig evade la respuesta diciendo que es para un movimiento por el bien de Alemania. Luego, con su carismática y amable personalidad le ofrece alojamiento y entretenimiento, y lo conduce al Kit Kat Club y a la pensión de Fräulein Schneider, donde le darán un descuento por ser su conocido.
Después de llegar a un acuerdo con Fräulein Schneider, Cliff acude al Kit Kat Club. Allí conoce a la estrella del show, Sally Bowles, con quien conecta de inmediato debido a que ambos son angloparlantes. Tras una noche hedonista, Cliff regresa a la pensión. Poco después llega Sally, quien le pide le permita quedarse a vivir con él, pues la despidieron del Club. Al principio Cliff se resiste, pero termina sucumbiendo a los encantos de la bailarina.
En la pensión conocemos más sobre los otros personajes de la obra. Destaca Herr Schulz, un judío anciano, dueño de una tienda de frutas, quien más tarde se comprometerá con Fräulein Schneider. Ambas relaciones terminarán de manera desastrosa.
A lo largo de la obra, se presentan varias canciones que ilustran la vida en Berlín. El Emcee da la bienvenida al público con Willkommen, Sally se presenta con Don’t Tell Mama, Fräulein Schneider se planta ante la vida con So What?, Herr Schultz canta It Couldn't Please Me More, y le regala una piña a su amada. Como balas al pecho, Tomorrow Belongs to Me, cierra el primer acto con un saludo nazi que marca el principio del fin. El Emcee satiriza el amor por el dinero y la hipocresía de la época con Money, e If you could see her. Y, para cerrar con broche de oro, ante un salón repleto de nazis, Sally Bowles, destrozada tras romper con su prometido y haber abortado, canta a su difunta amiga Elsie y continúa con una versión descompuesta de Willkommen que termina con el suicidio del Emcee.
Pero Cabaret es más que un musical sobre el trágico amor de una pareja de jóvenes y otra de ancianos. Es la tragedia de la muerte de la libertad.
Si hay un leitmotiv en la obra, no es una melodía, sino un silencio marcado por la pregunta: “¿Acaso te vas a enojar conmigo por la política?”, que se repite varias veces de diferente forma. El primero en hacerla es Ernest a Bradshaw en relación con el contenido del maletín; después son Cliff y Sally quienes replican la frase cuando discuten sobre si ganar dinero traficando documentos importantes para el movimiento político al que Ernst Ludwig pertenece tiene sentido si ignoran con quienes se están involucrando.
Esta situación enfrenta a las dos parejas de la obra con un dilema ético: elegir entre un bien inmediato, o reconocer la realidad de su situación, tomar posición política y social, y buscar un bien a futuro. En consonancia con la canción Willkommen, las dos parejas deciden “dejar los problemas afuera”, es decir, ignorar la política y seguir manteniendo, a duras penas, el estilo de vida que llevan. Hay, sin embargo, tres momentos en los que las parejas deciden el bien a largo plazo.
El primero se da al final del primer acto. Durante la fiesta de compromiso de Fräulein Schneider y Herr Schultz, Ernst Ludwig, al quitarse el abrigo, descubre una banda roja con una esvástica en el centro. Cliff le reclama que lo haya hecho trabajar para los nazis. Ernst repite entonces la pregunta: “Es irrelevante, amigo mío. ¿Vas a dejar que la política intervenga en nuestra amistad?”. Cliff responde con un contundente sí y decide hacer todo lo posible por salir de Berlín y llevarse a Sally con él.
El segundo momento se encuentra al principio del segundo acto, cuando Fräulein Schneider decide separarse de Herr Schultz debido a su origen judío. El antisemitismo en Berlín ha escalado al punto de que los jóvenes rompen las ventanas de los negocios judíos y pintan estrellas de David en las puertas para marcar al “enemigo interno”. A pesar de las grandes ilusiones amorosas entre el par de ancianos, Fräulein Schneider le plantea sus preocupaciones a su amado, quien vuelve a hacer la pregunta que marca el leitmotiv de la obra; “¿Vas a dejar que la política se interponga en nuestro amor?”, a lo que Schneider responde afirmativamente, porque es lo mejor para ambos; de lo contrario, a él lo perseguirán por semita y a ella por asociarse con él. Lo mejor es separarse y le recomienda salir de Alemania lo antes posible.
El tercer momento es cuando Cliff, también en el segundo acto, está preparando todo para regresar a Estados Unidos con Sally, quien se encuentra encinta. Sally decide abortar a su hijo y quedarse en Berlín a perseguir su sueño de estrellato en el Kit Kat Club. Pese a que Sally le dice que ese asunto nada tiene que ver con la política, la decisión está determinada por ella: si Sally escoge ver la realidad de los problemas políticos, debe abandonar su sueño, lo cual no está dispuesta a hacer, y si Cliff decide ignorar lo político, debe quedarse a ser perseguido por los nazis.
Independientemente de sus decisiones, el trágico final de los personajes deja resonar la pregunta que reverbera ante nosotros como un espejo: ¿realmente la política nada tiene que ver con ellos?, ¿con nosotros?