Slobodian, Quinn (2025). Hayek’s Bastards. Race, Gold, IQ, and the Capitalism of the Far Right, Princeton University Press, Zone Books, 272 pp.
Quien revise la prensa estadounidense con frecuencia debe estar familiarizado con el nombre del historiador canadiense Quinn Slobodian. Hasta hace unos meses, era un académico muy reconocido en el medio universitario y tenía cierto grado de participación en la esfera pública, pero el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca lo ha catapultado al éxito mediático en muy poco tiempo. Una entrevista por aquí, un ensayo por acá, un editorial por allá y un podcast por acullá, así han sido los últimos meses de Slobodian en la discusión pública estadounidense.
¿Por qué de la nada un historiador de la Universidad de Boston se convirtió en un líder de opinión? La respuesta es sencilla: porque Slobodian ha estudiado con un rigor envidiable al ecosistema intelectual que dio origen al trumpismo y a otras corrientes de extrema derecha en el mundo. Contrario a quienes examinan a los nuevos movimientos radicales de ultraderecha como fenómenos totalmente novedosos relacionados con el resurgimiento de los populismos, el declive de las democracias liberales y el racismo exacerbado ocasionado por los movimientos migratorios de principios del siglo XXI, Slobodian analiza a la extrema derecha desde una perspectiva de historia intelectual y economía política.
En su libro más reciente Hayek’s Bastards: Race, Gold, IQ, and the Capitalism of the Far Right (Zone Books, 2025), Slobodian argumenta que la agenda racista, xenófoba, ultranacionalista y proteccionista de la nueva derecha no es una reacción en contra del neoliberalismo, sino una “mutación” dentro del pensamiento neoliberal. De ahí el llamativo título del libro: Los bastardos de Hayek. Como se sabe, los economistas y teóricos políticos austriacos Ludwig von Mises (1881-1973) y Friedrich Hayek (1899-1992) son dos de los padres fundadores de la escuela de pensamiento neoliberal, que postula que la función única del Estado es robustecer, extender, desregular, defender y despolitizar los mercados. En su libro, Slobodian explora cómo pensadores libertarios como Murray Rothbard, teóricos de la diferencia racial como Charles Murray y hasta estrategas del trumpismo como Steve Bannon abrevaron de los escritos tardíos de Hayek y Mises para promover sus ideas antidemocráticas y racialistas. De este modo, para Slobodian, los nuevos movimientos de extrema derecha se gestaron dentro del campo neoliberal y no en oposición a él.
De acuerdo con Slobodian, quien también es autor de otros títulos sobre historia intelectual y economía política como Crack-Up Capitalism (2023) y Globalists (2018), sólo una parte de la familia ideológica neoliberal se tragó el cuento del “fin de la historia” de Francis Fukuyama. Un grupo alternativo de ideólogos y estrategas políticos del neoliberalismo pensaban que el comunismo había muerto, pero otros enemigos seguían vivos y había menos oposición en la opinión pública contra ellos. Estos enemigos eran el feminismo, el ambientalismo, los movimientos por los derechos civiles y los derechos humanos, así como los programas gubernamentales de asistencia social.
Este grupo de neoliberales de extrema derecha utilizó argumentos naturalistas para erigir barreras ideológicas contra las demandas progresistas de igualdad racial, de género y de políticas de inclusión y acción afirmativa. Sin embargo, estas barreras ideológicas no respondían únicamente al racismo o la xenofobia de sus promotores, sino a una lógica económica. Por ejemplo, para muchos de esos pensadores, el libre comercio no podía funcionar sin estrictas barreras a la migración. Asimismo, la estabilidad política —ingrediente clave para el éxito económico— era inviable en sociedades diversas y multiculturales; es decir, sólo era posible en países homogéneos étnica y racialmente. Además, muchos de estos intelectuales radicales postulaban que había pueblos inherentemente incapaces de producir bienes complejos y adoptar los valores del libre comercio y la meritocracia, mientras que otros pueblos eran intrínsecamente más propicios a la industrialización, el trabajo duro y el desarrollo capitalista.
Para avanzar estos argumentos, a partir de los años noventa, los neoliberales combinaron ideas de Hayek respecto a la “evolución cultural” y postulados de los campos emergentes de la neurociencia, la psicología evolutiva y la antropología biológica. A esto Slobodian le llama “nuevo fusionismo”. Los nuevos fusionistas defendían las políticas neoliberales y la desigualdad socioeconómica por medio de argumentos que se desprendían de interpretaciones erróneas o sesgadas de las psicología social y las ciencias naturales. Para los nuevos fusionistas, el libre mercado no era un espacio autónomo, separado de temas culturales, biológicos y raciales. Por el contrario, el mundo económico, el reino biológico y la esfera cultural estaban entrelazados y, para que el libre mercado funcionara, había que alinear todos estos factores a los intereses del capital.
Es por estos motivos que, según Slobodian, la emergencia de las nuevas derechas de los años recientes (Milei, Trump, Orbán y compañía) no se explica sin entender el nuevo fusionismo de los años noventa y 2000. A partir de estos años, se empezaron a forjar alianzas en el campo de la derecha, entre pensadores libertarios, nuevos fusionistas e intelectuales conservadores, que cristalizaron y se hicieron fuertes en años recientes. Así, la nueva derecha no se puede leer como una manifestación de oposición al neoliberalismo y la globalización, sino como una corriente que nació en los márgenes del campo neoliberal y que promueve el capitalismo global (aunque con algunas restricciones). Los ideólogos de las nuevas derechas proponen, por ejemplo, restricciones al libre tránsito de personas y un intercambio comercial global asimétrico, con claras ventajas para el Norte Global. Esto puede parecer paradójico —y lo es, puesto que el neoliberalismo es un programa político e intelectual plagado de contradicciones y tensiones.
Slobodian argumenta que la crisis de 2008 fue lo que permitió que estas corrientes marginales del neoliberalismo ascendieran y se consolidaran, mientras que la pandemia de 2020 propició las condiciones para que siguieran creciendo y se volvieran dominantes. Por tanto, el marco para entender a las nuevas derechas y a los populismos de ultraderecha como totalmente opuestos al orden neoliberal es errado. Para Slobodian es más adecuado pensar a la derecha radical como proponente de un orden neoliberal distinto al existente, pero neoliberal al fin de cuentas.
En muchos momentos, Slobodian estira demasiado su argumento. Es decir, su marco argumentativo resulta convincente y persuasivo, pero le faltan matices. Por ejemplo, en ocasiones el argumento es historicista, haciendo parecer que el ascenso de la extrema derecha al poder era sólo cuestión de tiempo. Además, por mucho que los nuevos fusionistas se hayan valido de la evolución humana para formular sus argumentos a favor de la diferencia racial y la supremacía intrínseca del Norte Global, resulta difícil ver que tales argumentos tengan una correspondencia en el terreno electoral. Por el contrario, Trump volvió al poder en 2024 incorporando a un gran número de votantes latinos y afroamericanos a su coalición, mientras que Javier Milei y Nayib Bukele obtuvieron victorias electorales en Argentina y El Salvador utilizando argumentos libertarios en lo económico y conservadores en lo social, pero sus ideas difícilmente se podrían catalogar como “nuevo fusionismo”. Más aún, el proteccionismo de Trump y su uso constante de los aranceles como arma política son difíciles de explicar con el argumento de Slobodian aplicado a rajatabla. Finalmente, por momentos pareciera que Slobodian exagera las relaciones —que en realidad son vínculos tenues— entre los defensores del oro como “moneda natural”, los promotores de las fronteras cerradas, los ideólogos de la diferencia biológica, los obsesivos del IQ y los voceros del ultranacionalismo.
Aun así, la línea argumentativa y el riguroso trabajo de archivo de Slobodian arrojan luz sobre varios elementos novedosos del trumpismo en particular y de las nuevas derechas en general. En primer lugar, el libro muestra que, en efecto, muchos pensadores que terminaron siendo ideólogos de ultraderecha crecieron y se consolidaron al amparo de think tanks neoliberales como el Centro Hayek, el Instituto Mises, la Sociedad de Mont Pelerin e incluso los bancos centrales de varios países. En segundo lugar, la obra demuestra que, desde los años noventa, los partidos y sistemas políticos de Occidente le dieron cabida a miembros de extrema derecha de pensamiento ultraconservador o libertario. Es decir, en la era del consenso neoliberal, ser auténticamente socialista y participar en los sistemas políticos de Occidente era mucho más complicado que ser libertario o ultraconservador y desarrollar actividades políticas y mediáticas. Por último, Slobodian muestra cómo los intelectuales, activistas y políticos de ultraderecha, desde los años noventa y hasta ahora, utilizaron el mismo lenguaje de los neoliberales para impulsar su agenda radical con términos como capital humano, libre mercado, economía saludable o fronteras seguras.
En suma, si bien los argumentos de Slobodian pecan de teleológicos y de ausencia de matices, su libro sigue aportando elementos sumamente valiosos para entender la genealogía intelectual de las nuevas derechas y la difícil coexistencia de distintas corrientes ideológicas y programas políticos dentro del campo de la derecha radical. Asimismo, la obra es fundamental para comprender a las nuevas derechas desde una perspectiva de economía política, pues trasciende la perspectiva reduccionista de las “batallas culturales” y explica los intereses económicos que representa y el tipo de capitalismo que defiende la derecha radical. Finalmente, el libro es útil para entender las corrientes intelectuales de las cuales ha abrevado el trumpismo, que no son totalmente nuevas, sino que se vienen gestando desde los años noventa. Por todo esto, Hayek’s Bastards es un libro imprescindible para nuestros días. Ojalá pronto se traduzca al español.