Traducción de Julio Hubard
—Ya estamos todos en la plaza, ¿qué esperamos?
Es que hoy llegan los bárbaros.
—¿Por qué nadie hace nada en el Senado?
¿Y no legislan nuestros senadores?
Porque hoy llegan los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
los bárbaros harán las leyes cuando vengan.
—¿Por qué el emperador ha madrugado
y en la puerta mayor de la ciudad, solemne,
se ha sentado en el trono y coronado?
Porque hoy llegan los bárbaros.
Y espera recibir al jefe nuevo.
Incluso ha preparado un pergamino
para entregárselo. En él ha escrito
ya muchos títulos y muchos nombres.
—¿Por qué han salido cónsules
y pretores con togas rojas y bordadas;
y llevan brazaletes y amatistas
y anillos con brillantes, relucientes esmeraldas;
por qué empuñan bastones enjoyados
con plata y oro y fina orfebrería?
Porque hoy llegan los bárbaros,
y esas cosas deslumbran a los bárbaros.
—¿Por qué los rétores no vienen como siempre
a pronunciar discursos y decir lo suyo?
Porque hoy llegan los bárbaros,
y les disgustan la elocuencia y los discursos.
—¿Por qué de pronto este desasosiego,
y confusión? (¡Qué serios se ven todos los rostros!)
¿Por qué las calles y las plazas se vacían de pronto,
y todos vuelven a su casa preocupados?
Porque se hizo de noche y no vinieron los bárbaros.
Y aquellos que llegaron desde las fronteras
dijeron que los bárbaros se han ido.
—¿Y qué vamos a hacer ya sin los bárbaros?
Ellos eran quizá la solución.