El Ishmael de Bergman

Hernán Sicilia
Columna

Y [Él] dijo: «Toma por favor a tu hijo, a tu único (hijo), a quien amas, a Itzjak (Isaac), y ve a la tierra de Moriá; ofrécelo allí como ofrenda sobre una de las montañas que te diré». 1

Torá, Génesis 22:2.


Y cuando éste alcanzó la edad de acompañarle en sus tareas, le dijo: ¡Hijo mío! He visto en sueños que te sacrificaba, considera tu parecer. Dijo: ¡Padre! Haz lo que se te ordena y si Allah quiere, encontrarás en mí a uno de los pacientes. 2

Corán, Sura 37 (Los que se ponen en filas):102


Considerada como la obra cumbre del cineasta sueco Ingmar Bergman,3  la película Fanny och Alexander (1982), es sin duda una joya fílmica: con ella se despidió Bergman de la pantalla grande.4  Planeada como miniserie televisiva en cuatro episodios, terminó editada en dos versiones, una de cinco horas y otra de tres. Alexander Ekdahl, con diez años, es hermano mayor de Fanny e hijo de los protestantes Oscar y Emelie, directores del teatro familiar en el pueblo de Uppsala, Suecia. Tras pasar Navidad en casa de su abuela paterna, Helena (donde rige un matriarcado), Alexander presencia la muerte de su padre que repentinamente cae fulminado mientras ensaya el fantasma del padre de Hamlet. Un año más tarde, la madre de Alexander se casa con el obispo Edvard, que se los lleva a su casa a vivir un régimen (patriarcal) de austeridad y encierro. El judío Isak —examante de Helena— rescata a los niños en un baúl y proyecta sus imágenes milagrosamente para engañar al obispo. En ese momento Alexander conoce a los hermanos Arón e Ismael, sobrinos de Isak.

Bergman escoge ciertos momentos y alusiones autobiográficas de su infancia para despedirse de su gran pasión. La película, en este sentido, está narrada desde el punto de vista del niño que algún día fue, y es a la vez un homenaje al dramaturgo sueco August Strindberg, ídolo de Bergman. Cada uno de los tres actos de Fanny och Alexander corresponden cronológicamente a las tres etapas dramatúrgicas de Strindberg. Pero la película también es una síntesis de toda su obra anterior —en ella abundan citas de muchas de sus otras películas, comenzando con Persona: Alexander enmarcado por su teatro de juguete— y un palimpsesto de Hamlet —donde el obispo5 es metáfora de Claudio, en el que Alexander, Fanny y Helena ven al fantasma de Oscar—. Bergman se da incluso el lujo de una exquisita referencia a La Piedad: cuando Emilie encuentra a Alexander encerrado en el ático con la espalda ensangrentada a causa del castigo que le infligió Edvard. Con ella, nos retrata excelsamente ese devenir entre el peligro de ser aniquilado por enemigos poderosos [mundo racional] y el poder superior con el que, al pasar los límites de la consciencia por el deus ex machina, se obtiene la victoria [mundo esotérico].6

Pero ¿quién es Ismael Retzinsky a quien Alexander conoce en casa del judío Isak Jacobi? Sólo sabemos que es sobrino de éste y hermano de Arón. No podemos negar el ambiente y la carga religiosos presentes en toda la película. En el relato bíblico, Ismael e Isaac son medios hermanos, hijos de Abraham. Sin embargo, la tradición islámica reconoce a Ismael como su ancestro, mientras que la hebrea a Isaac. Ahora tenemos un personaje que puede interpretarse desde dos culturas: ¿cuál es el de Bergman? La gran divergencia entre ambos credos es la legitimidad —¿quién es el hijo sacrificable (el de la promesa)?—. Para la doctrina hebrea Isaac es el hijo legítimo de Abraham (a petición de Sara, Ismael y su madre fueron exiliados tras el alumbramiento de Isaac); para la islámica (que coloca el acontecimiento del sacrificio antes de que a Ibrahim se le anuncie el nacimiento de Ishaq) el primogénito es Ishmael.7 Un elemento clave que nos proporciona Bergman es el aherrojamiento de Ismael, probable alusión al exilio del bíblico. Por otro lado, Ismael Retzinsky es hermano de Arón. En la tradición bíblica, Aarón —a veces considerado alquimista— es el hermano mayor de Moisés; ambos, choznos de Isaac. Podemos encontrar, entonces, un retruécano de personajes y sus simbolismos: mientras Isak Jacobi puede ser el Isaac bíblico —pero también Abraham (por su sobrino Ismael), pero también Moisés (por el rescate de Alexander)—, Ismael Retzinsky puede ser Ismael Corán-Torá, pero también Moisés. Luego, Bergman introduce sutilmente otro elemento: Ismael entona cantos gregorianos, lo que nos permitiría suponer que está uniendo simbólicamente las tres tradiciones religiosas: la cristiana-protestante, la hebrea y la islámica.

 Un segundo nivel de profundidad —el metafísico— viene de la tradición egipcia: Cuando Dyehuty (Thot) —el dios egipcio de la sabiduría, regente de las ciencias, inventor de la escritura,8 de los idiomas, y representante del poder de la mente de Ra—9  y Hermes —el dios griego de las fronteras, del ingenio,10  y el mensajero— se sincretizaron, apareció la mítica figura de Hermes Trismegisto, el padre del ocultismo (alquimia, astrología, parapsicología), que algunos asocian con la figura de Abraham —padre de Ismael—. Otra parte de la tradición ocultista o esotérica considera a Hermes Trismegisto como mentor de Moisés. Muchos recordamos su iniciación: la zarza ardiente, la Voz nombrándose «ehyeh asher ehyeh»;11 y sus milagros: el báculo tornado serpiente, la mano con lepra, la transmutación del agua del Nilo en sangre, y el mar Rojo partido como a cuchillo. La referencia ancestral que hace Bergman de ello es la madre de Arón e Ismael: una momia de cuatro mil años, que brilla y además respira.

¿Qué representa el Ismael de Bergman? Es andrógino (interpretado por la actriz Stina Ekblad), sin cejas; su voz, de castrati; su cuerpo, frágil. Es peligroso. ¿En qué sentido? Le pide a Alexander que escriba su nombre. «Ahora lee lo que escribiste». «Dice, Ismael Retzinsky» [con sorpresa]. «Entonces somos la misma persona, sin límites. Tal vez circulamos a través de cada uno de nosotros, corremos a través del otro con magnanimidad y sin límites. Has soportado pensamientos terribles. Es casi doloroso estar junto a ti. Es también atractivo». E induce, entre su parloteo, a Alexander a proyectar sus deseos —rencores— sobre la realidad, ocasionando la muerte del obispo. Ismael no sólo funciona como un intérprete —intromisor— de los deseos de Alexander, sino que también los controla. El simbolismo del personaje es poderoso. Arón lo saluda con un beso en la boca. Luego Ismael alude al canibalismo «No te preocupes [refiriéndose a Alexander]. No lo comeré aunque se ve apetecible». Quizá Ismael sea la encarnación del conocimiento y su capacidad de destrucción: su «celda» está llena de libros, y vemos también un pizarrón atestado de símbolos (al estilo del manuscrito Voynich). Puede ser un alter ego de Alexander que representa una dualidad yin-yang o, en un sentido más junguiano, sería el inconsciente colectivo interactuando directamente con Alexander: «Pobre Ismael [Arón a Alexander]. El ser humano es más de lo que puede soportar. Algunas veces se pone furioso y es peligroso». El Ismael de Bergman es de los personajes en Fanny och Alexander que menos aparece y que más fuerza adopta. ¿Por qué? Porque quizá simplemente sea la encarnación del instinto humano, de su complejidad.

1 Traducción de Daniel ben Itzjak, basado en el Talmud, el Midrash y las fuentes judías clásicas.

2 Traducción de Abdel Ghani Melara Navio en la edición del Complejo del Rey Fahd.

3 Aclamado por gran parte de la crítica como el mejor director/autor de la historia del cine.

4 Seguirá realizando películas para la pantalla chica.

Alexander se refiere a él como «tío Edvard».

6 Del arquetipo del niño según C. G. Jung.

7 Cfr. Corán, 37:100-112.

8 Recuérdese la anécdota en el Fedro de Platón (274c-275b).

9 Véase en general G. Pinch, Handbook of Egyptian Mythology, California, ABC-CLIO, 2002, s. v. Thoth.

10 Entre otras tantas materias.

11 אֶֽהְיֶ֖ה אֲשֶׁ֣ר אֶֽהְיֶ֑ה ([Yo] soy-seré lo que soy-seré),Torá, Éxodo, 3:14.